¿Sabías que el email tiene una cierta condición adictiva?

Si eres una persona normal, seguro que has consultado tu email en los últimos 60 minutos. Si no, es que no eres de este planeta…

Aunque no nos demos cuenta, consultamos nuestro email mucho más de lo que nos pensamos. De hecho, según se afirma en el experimento “A Day Without Distraction: Lessons Learned from 12 Hours of Forced Focus” de 99U, la tecnología nos distrae solamente 11 minutos después de empezar a trabajar. Y nos cuesta 25 minutos volver a nuestras tareas por completo. ¿El principal culpable? El email. El Email es el principal causante de la distracción en nuestros puestos de trabajo. Aunque a veces sintamos que estamos trabajando con él, seguro que éste nos aleja de tareas mucho más importantes. Por lo tanto, el email ejerce un poder en nosotros que la mayoría de personas desconoce.
Muchos dicen “odiar” el email, pero hay que reconocer que es ciertamente adictivo. Si te pones a pensar las veces que consultas el email al día, te darás cuenta de que lo que digo es cierto. La pregunta es… ¿Por qué el email tiene esa condición adictiva?



Los psicólogos lo llaman “Operant Conditioning” lo que traducido al castellano entendemos por “Condicionamiento Operante”. Y te preguntarás… ¿Qué narices es eso? Pues bien, en el vídeo que encontrarás a continuación entenderás un poquito más a qué nos referimos con este concepto.

El “Operant Conditioning” es una forma de aprendizaje mediante la cual una persona tiene más probabilidades de repetir ciertas formas de conducta que conllevan consecuencias positivas, y por lo contrario, menos de repetir aquellas que conllevan consecuencias negativas. Es decir, desarrollas nuevas conductas en función de las consecuencias que conlleve. ¿Y qué tiene que ver este concepto con el email marketing? Pues bien, a pesar de todo lo que se ha llegado a decir de este canal, el email toca nuestro cerebro y nuestro subconsciente y funciona como un estimulo positivo en las personas. Al igual que aprendemos que si ponemos la mano en el fuego nos quemaremos y entonces no lo hacemos, el cerebro también relaciona que cuando entramos a nuestro email habrá algo nuevo esperándonos, lo que genera ilusión y curiosidad. Es una manera de relacionar conductas con consecuencias, en este último caso, positivas. Por lo que repetiremos esa acción como manera habitual e inconscientemente, crearemos una dependencia a ese hábito.

Según una encuesta que efectuó AOL, el 47% de las personas reconoce estar enganchado al correo electrónico. Curioso, ¿verdad?
A pesar de que se asocie al correo a ciertos valores positivos, el email también puede provocarnos sentimientos negativos como el estrés, la decepción o el enfado. Ya sea porque tenemos la bandeja de entrada saturada de emails comerciales, porque tenemos muchos emails de trabajo o porque lo que nos espera en la bandeja de entrada no cumple con esas expectativas de ilusión y curiosidad que teníamos de antemano. De hecho, varios estudios han comprobado que quienes miran menos el correo electrónico viven mucho más relajados que quienes lo hacen de forma constate.

¿Qué conclusiones deberíamos sacar los marketeros de este post? ¿Que debemos bombardear los emails de nuestros usuarios? ¡NO! La conclusión que debemos sacar es que tenemos ante nosotros un canal potencial para poder llegar a nuestros usuarios. Los usuarios “quieren” al email más de lo que ellos mismos reconocen. Hay que saber entenderlos y ofrecerles aquello que realmente desean, siempre respetándolos, mimándolos y haciendo que esa ilusión y curiosidad que sienten al abrir el email no desaparezca, sino que de lo contrario, aumente y quieran saber más de nosotros.

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